Se acabó. Ya te has ido. Ni siquiera nos hemos despedido pero recuerdo el último momento en el que nos perdimos de vista. Ya no me queda nada por lo que luchar para seguir adelante. Ahora sólo queda sonreír aunque duela, ponerme los cascos y vivir a base de música y recuerdos. Que ahora sólo me queda tu mirada grabada en mi mente y tu nombre grabado a fuego aquí dentro. Que rápido pasa el tiempo ¿verdad? Es cierto, cuando digo esto parezco mayor, como si hubiese pasado mucho tiempo y no quisiera que llegara el día de mi cumpleaños para darme cuenta de que ya ha pasado un año más. No quiero dar esa impresión. Lo que pasa es que es hoy, cuando miro atrás y me doy cuenta de las cosas, de todo lo que pasamos juntos, de las sonrisas, de las palabras, de las miradas, de la ropa que llevábamos puesta, me acuerdo de todo. Y es que yo no quiero estar tres putos meses sin verte. Y no es que no quiera, es que no puedo. Lo sé, me caeré. Tarde o temprano la cuerda se aflojará y caeré como una tonta, y solo me ayudarán los recuerdos y el hecho de saber que volveré a verte. Y que cuando eso pase, y mire atrás, me daré cuenta de que no era imposible vivir sin ti, de que pude caminar sin tenerte aquí a mi lado por si tropezaba y me caía, de que no era imposible dormir las noches enteras notando ese vacío en mi cama. De que no era imposible despertarme feliz aunque supiera que no te volvería a ver a las pocas horas. Una vida un poco mierda la verdad, pero ¿y qué? Cuando tú me faltes tendré que aprender a vivir sin ti, y antes de eso prefiero practicar y acostumbrarme. También quiero decirte que cuando estés mal y necesites ayuda yo estaré aquí para todo. Porque si tengo que salir corriendo o cruzar nadando hasta encontrarte lo voy a hacer, de eso no lo dudes. Que te echaré de menos, y que, como dice la canción que da título a esta entrada: "Me volví adicta a ti y tú has sido el único para mí."
"Goodbye my lover, goodbye my friend".
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